martes, 30 de octubre de 2007

Los Testigos

Antes los veía con más frecuencia. No es que ahora sean menos, por el contrario son 600 mil en todo el país, pero tal vez se dieron cuenta de que no había manera de que aceptara su oferta y mejor prefirieron caminar esos sábados, con sus sombrillas, su amabilidad y sus folletos por otros caminos. Ahora, en buen plan, Ajax, Mambo y yo los extrañamos.

Los Testigos de Jehová nacen de la especulación profética del arribo a Tierra de Cristo en una fecha precisa, de la selección 144 mil fieles que serán salvados e integrarán un gobierno celestial luego de una batalla entre las fuerzas de Satán y Jesucristo (el Armagedón) y que por mil años ese gobierno de Cristo se instalará en el cielo. El ultimo libro de la Biblia, el Apocalipsis, en su capítulo 7 y los versículos del 1 al 8, tendrá vigencia en el planeta. Es decir que la visita se anuncia con toda anticipación y que no fácilmente serán considerados los más de 6 mil millones de impuros por no tener tarjeta con las iniciales RSVP: méritos tendrán que hacer para ganarse el paraíso terrenal que Adán y Eva conocieron. Es un discurso que mezcla la esperanza y el miedo para estimular la convicción y la competencia por un lugar entre los privilegiados.

Advierto que para nada pretendo discutir el tema religioso, ello iría en contra de mi principio de que así como existe una diversidad cultural, también se presenta un variado menú de ideas religiosas. Ellos están en su derecho de ganarse un pedazo del mercado ideológico y cada quien escoge cómo quiere pensar, cada quien tiene su verdad.

Desde hace doce años, el antropólogo Antonio Higuera se ha dedicado a trabajar y a explicarnos cuál es la doctrina, la organización y la historia de este grupo en México y en Chetumal. Ha sido una seria y escrupulosa investigación donde la divisa inicial ha sido el respeto, la no calificación del dogma y la práctica. Actitud que contrasta con aquella que mantenían muchos científicos sociales que en la década de los setentas, e incluso de los ochentas, satanizaban y condenaban a todo grupo religioso que no fuera el que constituía la pretendida identidad nacional: el catolicismo.

En la primera parte de su libro A Dios las deudas y al alcalde las jaranas, Higuera Bonfil retoma la tipificación que hace J. Valderrey del mundo religioso no católico latinoamericano para ubicar a Los Testigos de Jehová. La clasificación considera a todas las organizaciones que se escindieron a partir de 1517 con la Reforma de Martín Lutero.

En un primer grupo están los que genéricamente se les llama protestantes o evangélicos, sean luteranos, presbiterianos, calvinistas, metodistas, etc. También aquí se ubica el llamado protestantismo de santificación: Iglesia del Nazareno, Iglesia de Dios, entre otras, y el pentecostalismo: Asambleas de Dios, iglesias apostólicas, etc. Todas ellas tienen a la Biblia como único texto normativo.

Como parte de ese primer grupo se encuentran “los que han surgido como grupos disidentes del protestantismo y que tienen, además de la Biblia, otros textos normativos”. A este grupo pertenecen los mormones y los Testigos de Jehová.

En un segundo bloque están, por un lado, “los grupos que proceden de la tradición judeo-cristiana, pero no de la Reforma: judíos, ortodoxos y otras disidencias”; por otro lado, están las “religiones de origen precolombino o africano y/o sincretismos indocristianos o afroamericanos como el vudú y la santería, candomblé y unbanda, así como grupos espiritistas” y, por ultimo, “corrientes o grupos de procedencia oriental o sincretismos de varias tradiciones religiosas… como la secta Moon, los Hare Krishna, ciencia cristiana y otras”.

Dogmáticamente, los Testigos de Jehová se consideran una Nación, algo independiente del resto de la humanidad. Ellos son, de acuerdo con el investigador de la UQROO, herederos del pacto que Dios realizó con los israelitas, pero que estos al no poderlo cumplir, lo asumieron los Testigos como el pueblo elegido.

Ello explica el por qué la agrupación religiosa no se siente obligada a reconocer a gobierno hecho por los hombres, ni a sus símbolos. “Los esfuerzos del hombre por gobernarse en independencia de Dios han sido un terrible fracaso. Han resultado en gran sufrimiento para la humanidad. El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo explica la Biblia”, cita que toma Antonio Higuera de la publicación “Usted puede vivir” de la Sociedad Watch Tower.

Los poco más de 600 mil integrantes de Testigos de Jehová reconocidos en México tienen una organización y una disciplina admirable. Respetan en sumo grado la compleja jerarquía establecida y ello, junto a un intenso activismo, los hace eficientes. En grado ascendente se organizan en siete niveles: el bautizado publicador, la congregación, el circuito, el distrito, la sucursal, la zona y la central de la organización mundial que se localiza en Brooklyn, N.Y.

A diferencia de otros grupos religiosos, el éxito en la prédica de las ideas y el incremento de la nómina en los Testigos de Jehová se debe al uso de medios de comunicación. Desde el folleto La Atalaya –primer contacto personal entre los predicadores y la sociedad-, hasta el uso de cine, radio, video, libros y discos, han sido utilizados con mucho provecho para sus intereses. La excepción está en el uso de la televisión, reticencia no explicada, como señala Higuera Bonfil en su artículo Uso de medios y expansión religiosa.

El proyecto religioso de los Testigos de Jehová surgió de un norteamericano llamado Charles Russell en 1879 y fue lo más exitoso que hizo. Anteriormente fue acusado de vender falsas curas para el cáncer y de ofrecer un trigo milagroso a precio escandaloso. Pero eso ahora no se puede usar en contra, tal y como sucedía antes de 1992 cuando México tenía una marcada legislación anticlerical que era aplicada principalmente a los grupos protestantes: “no se trata de la misma manera a un elefante que a las moscas”, como alguna vez mencionó el nuncio apostólico Jerónimo Prigione.

Desde hace quince años ya todo puede ser legal para las 1716 minorías religiosas. Algunas tendrán sus excesos como el negarse a respetar a los símbolos nacionales o el ejercer conductas contrarias a la salud o realizar presión moral o violencia física a sus miembros para alcanzar ciertos objetivos. Ni la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ni la Secretaría de Salud han podido tener una postura clara al respecto. Ni tampoco la ley se ha atrevido a sancionar la pederastia que algunos líderes religiosos practican. Falta, evidentemente perfeccionar aquella Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.

Por lo pronto, si usted no pertenece ni a la tribu de Aser, ni a la de Simeón, ni a los Leví..., mejor acérquese a la NASA o comience una vida entregada a la lectura, a la interpretación y a la práctica de la fe, porque el mundo se va a acabar y sólo hay 144 mil pases seguros para salvarse. Señor, ruega por nosotros...

lunes, 22 de octubre de 2007

Las propuestas

Por una invitación, asistí al seminario interno de cuerpo académico “Investigación aplicada para el fortalecimiento de la identidad y la cultura”, de la División de Ciencias Sociales de la UQROO. Valió la pena. Se presentó a exponer sus ideas y a dialogar con sus colegas el Dr. Miguel Lisbona. De entrada, el tema expuesto tenía un sugerente y provocativo título: La parodia que no cesa: cultura, multiculturalismo y ciudadanía.

El investigador de la UNAM, especializado en temas sobre etnicidad contemporánea e histórica en Chiapas, inició asegurando que los antropólogos participan en el debate de la cultura, pero en segundas lecturas. No generalizaba, obviamente, pero el peso de su aseveración tiene algo de cierto: en muchos casos, se tiene la punta del hilo en la mano, pero no se ha recorrido toda la madeja. De los clásicos, pocos se acuerdan.

Advertía que sus hipótesis deben ser consideradas dentro del esquema imaginativo-creativo versus crítico y de contrastación empírica. Algo así como que se debe tener un atrevimiento teórico para exponer las propuestas y luego encontrar el dato y el análisis para su comprobación y verificación. Eso me recordaba aquellas palabras de Jorge Luis Borges: “Posible pero sin interés. Replicáis que la realidad no tiene por que ser, ni mucho menos forzosamente interesante. Os contestaré que la realidad puede hacer abstracción de esta obligación, pero de ningún modo la hipótesis”.

Acompañando cada idea de la previa lectura de teóricos como Adam Kuper, Carlos Reynoso, Marc Auge, Gustavo Bueno, Johann Herder, Will Kymilka y Claude Lévi-Strauss, el antropólogo de origen español plantea, reta a reflexionar sobre el “enclaustramiento cultural de las poblaciones indígenas”, las cuales por circunstancias diversas son un mundo atravesado por movimientos de población, deseados o forzados, temporales o definitivos... No hacerlo, resulta no sólo paradójico, sino absurdo.

Recuerda el compromiso de los científicos sociales de registrar y revisar la realidad en que vivimos, pero advierte que son también los que “enarbolan con mayor vehemencia esta apostilla de la permanencia cultural a través de su fijación en el moderno concepto de identidad o mediante el nuevo juguete retórico y político de la multiculturalidad”.

El académico señaló que dejar en esa definición la identidad es algo paradójico, ya que “si algo causa problemas a quienes ejercen el poder, es la imposibilidad de controlar y clasificar a los seres humanos. El ideal del poder es la inmovilidad absoluta”. Y esa permanencia cultural favorece al poder, mas no a los pueblos indígenas. “Lo extraño es que aquellos que se asumen como críticos del poder, sean los más decididos defensores de la inmovilidad” de esos pueblos.

Retomando a Ángel Palerm, Lisbona mete la mano en la herida abierta: “Lo que está de fondo es que no nos enfrentamos a la diferencia cultural, sino cómo se construye un Estado nacional moderno sin lograr romper con los atavismos coloniales de dos comunidades distintas e irreconciliables”. Esa dimensión, es cierto, no es vista por la mayoría de los investigadores.

Tres son los puntos que tocó en la exposición: el concepto cultura, entendida como una realidad cerrada -muy apegada a la vieja definición de Edward Taylor-. El concepto multiculturalidad, como algo derivado del anterior concepto y se asume como “arma arrojadiza al servicio de proyectos disímiles, pero que encuentra en él la posibilidad de cubrir aspiraciones políticas”. El tercer concepto es derivado de los dos anteriores y es delegado al simple papel de ornato de la cultura, a la cual se pertenece por nacimiento: el ciudadano.

Con mucha seriedad, con una gran concentración que le hacía transpirar, Miguel Lisbona fue abordando puntualmente sus propuestas a revisar, sus hipótesis. Señalaba que ellas podrían ser aporías, contradicciones internas del pensamiento antropológico, en este caso. En el camino, criticó el concepto-adjetivo de cultura, en oposición a la cultura-sustantiva; revisó la idea de cultura como impulso unificador de seres humanos y le contrapuso la propuesta levistrosiana de que la diversidad de culturas no se debe ver como algo aislado o dividido, sino como grupos con relaciones que les unen. Atrás quedó la “mismidad” que era el principio constructor de la identidad; ahora se contrasta con el diálogo, pero advirtiendo que su sustrato cultural no es la panacea para solventar todos los problemas sociales.

Como conclusiones, el especialista en el grupo zoque de Chiapas mencionó que:
1. La “cultura esta instalada en el vocabulario de las ciencias sociales y de la opinión pública como una panacea interpretativa y con la solución a todos los problemas que tienen al interior los Estados nacionales grupos caracterizados étnicamente”. Los problemas comienzan cuando “la cultura deja de ser algo que se tiene que interpretar, describir y explicar, para convertirse en una fuente de explicaciones por sí misma”. Este giro en la concepción de la cultura le da una perspectiva política a su contenido: la cultura deja de ser una fuente de certezas sobre la realidad y se convierte en bandera reivindicativa.

2. De la complejidad anterior, se deriva lo multicultural. Producto netamente liberal que nació “como posibilidad de realización del ser humano en los parámetros culturales que desee por ejercer la libertad de elección y que se traslada a vericuetos políticos con nítidas resonancias comunitarias”. Es contradictorio defender el libre ejercicio de la cultura propia y su reconocimiento, si se parte de una concepción corporativa del hecho cultural. Parece un contrasentido.

3. “La peor consecuencia de lo anterior es que lo que se nutre es la conciencia de ciudadanía por la tendencia a la separación entre supuestas culturas, en detrimento de la comunicación intercultural. Nadie hace hincapié en la comunicación, sino en la afirmación”. Caer en ese juego sustentado en una extensión normativa basada en elementos culturales, sólo podría conducir a un recorte de la libertad ciudadana si se piensa, como parece que sucede en los casos de México y Guatemala”.

Densa, pero necesaria, fue la exposición de Lisbona. Ya existía en buen sector de los científicos sociales la comodidad de aceptar las cosas dichas y de acomodarse a los particulares casos de la posmodernidad. Muy útiles son estas ideas, que no son nuevas, pero fueron superadas en el facilismo de la ciencia por asumir roles que le tocaba a otros. No creo que el trabajo de los científicos sociales sea diseñar camisas de fuerza, sino enseñar cómo se desatan. Y si esto en algo contribuye a que nuestras normas y las que ahora diseñan los diputados para ellos -para los diferenciados-, sean inteligentes, claras, justas y equitativas, será mucho mejor.

domingo, 14 de octubre de 2007

Sobre la mesa II

Sin que sea un exordio, hay que mencionar que entre sus compañeros de partido tiene el privilegio o el defecto de ser algo parecido a un intelectual, alguien que piensa. ¿Será porque maneja el discurso de la academia y del Ágora? Lo cierto es que eso es toda una paradoja.

Un discurso académico es transitivo, es circundante y minuciosamente explicativo de diversos temas; un buen discurso político requiere de conocimientos técnicos, administrativos, históricos inclusive; nada explica y pretendidamente está pensado para ser escuchado. Se sabe que ambos discursos están en riesgo, pues, en muchos casos, se han abstraído del Mundo, que cuesta trabajo encontrar las vinculaciones con ese referente. Efraín Villanueva juega con ellos, es todo un ejemplo de transmigración (¿o compartición?) de identidad.

El que aceptó la entrevista y el que conoció las bocas de mi batería sin concesión alguna, continúa respondiendo, sigue desgranando la mazorca con el grano de la voz, como decía Roland Barthes.

La pertinencia de candidaturas ciudadanas independientes es ahora tema de debate. En Sonora y en Yucatán son una realidad que pueden ampliar los derechos de los ciudadanos, pero son también una figura compleja. Es claro que la idea de este tipo de candidaturas obligaría a reformar el Artículo 41 de la Constitución Política y a modificar el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Pero no todos piensan así.

“Yo no creo en las candidaturas ciudadanas. Yo creo en el sistema de partidos que aún es muy joven. El mensaje principal en la reciente reforma electoral es el fortalecimiento de ese sistema. Es cierto, la reforma no cancela la posibilidad de las candidaturas independientes, pero no ceo en ellas. Lo pongo de esta manera: un ciudadano necesita dinero para participar en una contienda y un ciudadano sin dinero tendría que realizar compromisos y eso significa integrar una estructura política, y esa estructura es fundamentalmente un partido”, opina el que es considerado como el operador en la creación del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social.

Para cerrar el tema de Política, meto el actual y polémico punto de la redistritación y la pregunta es clara: ¿a quién conviene y a quién perjudica la cartografía electoral que usará el IEQROO, suponiendo que se emplee la utilizada en la elección del 2005?. “Bajo el principio constitucional de ‘una persona un voto’, el Instituto Electoral del Estado ya había alcanzado un acuerdo importante respecto a una nueva distritación. La nueva distritación corregía las fallas con la que se operó en la elección del 2005, elección que por cierto ya tenía una recomendación por parte de la Suprema Corte de Justicia. La inclusión en la cartografía de la Zona Limítrofe con Campeche fue lo que generó la impugnación de un partido político. Lo extraño es que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió apenas 48 horas antes del inicio del proceso electoral, sin definir tiempos”.

“Con esta revocación del TRIFE, se perjudica a los ciudadanos de la zona norte que no tendrían una representación equitativa con otros distritos... Por otra parte, como priísta, yo siempre manifesté que mi partido debería prepararse para una competencia más equitativa...; sigo creyendo que en cualquier escenario mi partido dará una buena pelea. En lo personal, la nueva geografía que ya tenía el IEQROO era más alentadora para mi partido: significaba una reorganización y la posibilidad de renovar cuadros. Yo no creo que mi partido esté muy feliz de tener que trabajar en el mismo escenario del 2005”.

Villanueva Arcos le entra ahora al tema Economía. Pasamos rápido, pero sin ignorar que la economía de Quintana Roo le da trabajo a miles de personas y que aporta muchas divisas a la Federación. Lo fundamental es reflexionar si la suplantación de la economía forestal y de agricultura tradicional e industrial por la economía del turismo es algo saludable, más cuando parece ser la única opción para el Estado. “Espero que no sea así. En la medida que una sociedad vaya madurando y se diversifique, se adquiere mayor solidez. Sin que el turismo deje de ser importante, no puede ser el único ingreso que reciba una sociedad”.

“Francia, como líder mundial del turismo, es un ejemplo. Ese país no vive exclusivamente del turismo: tiene otros ingresos y otros sectores desarrollados. Ello hace que se transforme en una sociedad segura y estable, con indicadores sólidos y robustos y eso a nosotros nos hace falta. En Quintana Roo es importante seguir invirtiendo en turismo y seguirlo cuidando, pero al mismo tiempo es urgente diversificarse”.

Un crecimiento sin planeación conduce al caos. Nadie puede negar que los Planes de Desarrollo Urbano y los Planes de Ordenamiento Territorial sean fundamentales para ello. Pero da la impresión que esos instrumentos se ven rebasados o distorsionados por prácticas poco claras donde se deja la sospecha de la corrupción. ¿O qué se puede hacer ante decisiones de inversionistas que no solamente construyen el hotel, sino que son dueños de los litorales y de las líneas aéreas para llenar sus establecimientos? “Coincido con esa preocupación. Es parte de los modelos que se adoptan e impulsan”. Para contrarrestar esa tendencia, el diputado Villanueva sigue creyendo que “se deben impulsar proyectos turísticos de baja densidad, que no requieran gran inversión y que sean productos atractivos para ciertos mercados. Se debe tener como visión a largo plazo un turismo sustentable para evitar depender de esos grandes circuitos de control monopólico del turismo. Junto con eso, se debe impulsar una estrategia de tecnologías limpias y tener la firmeza de condicionar la inversión a un uso responsable de los recursos naturales de nuestras costas: no hacerlo será seguir pagando los costos de inundaciones y la pérdida de playas. Esta visión no la veo todavía en la planeación turística estatal”.

Para a quien en su momento le tocó diseñar la creación del Instituto Quintanarroense de la Cultura, la dinámica social del Estado es cambiante y acelerada. “El diseño de una política cultural debe considerar todos los componentes sociales”. Por ello –según el sociólogo-, “se debe trabajar en los barrios marginales, hacer cultura con la gente, como un mecanismo de contención de problemas sociales: la cultura debe salir de los espacios confinados como son los teatros o los museos y debe vincularse con los problemas reales de la gente. Al mismo tiempo se debe hacer un esfuerzo de modernización de estos espacios”.

En la cultura, son dos esfuerzos que deben hacerse: uno, poner en valor el potencial de nuestras zonas arqueológicas que representan nuestro patrimonio cultural tangible, vinculándolo al desarrollo de las comunidades periféricas, y dos, crear espacios que difundan expresiones culturales: un Museo Arqueológico en Chetumal sería un importante detonador cultural del Mundo Maya, producto turístico que prevé el desarrollo también de la cultura maya viva. Hay muchos pendientes que el sector cultural puede ofrecer a la población”.

La primera propuesta, la referida a las zonas arqueológicas, significaría una reforma al marco legal vigente. Para eso, el legislador asegura que “viene una reforma constitucional en términos de descentralizar el patrimonio cultural y que se asignen mayores responsabilidades a los Estados y Municipios en este rubro. Esto ha sido muy polémico para algunas personas vinculadas a la cultura, pero el INAH no se da a vasto para cumplir con sus responsabilidades. De no lograrse esta reforma en el contexto del federalismo, debe haber mayor disposición del INAH para que se permitan nuevos esquemas donde las comunidades se beneficien”. Es claro que el federalismo en el aspecto cultural “tendría que acompañarse de un ‘par’ institucional estatal fuerte que se armonice con mayor rendición de cuentas, de mayor transparencia y de fortalecimiento de políticas publicas estatales”.

Así, en ocasiones haciendo gala de conocer la dinámica social y alentando políticas que combatan el crecimiento desordenado en el Estado; de exigir mayor ética en el manejo de los recursos públicos; de apoyar una reforma electoral que a la larga homologará el reloj electoral estatal con el de la federación; de mostrar cierto conservadurismo ante las candidaturas ciudadanas; de coincidir con las nuevas condiciones democráticas en el caso de la redistritación; de alertar ante las prácticas monopólicas del turismo y de tener una postura respecto a la cultura y a la relación con la federación, Efraín Villanueva hizo un personal y amplio, pero aún insuficiente, balance de asuntos públicos en este Estado que recién cumple 33 años de edad; puso las cosas sobre la mesa.

domingo, 7 de octubre de 2007

Sobre la mesa

Con base en la realidad empírica o de un intuitivo conocimiento, se puede mencionar que en cierto sector existen tres tipos de políticos: los que están todavía cercanos a los años posteriores a la Revolución, los que conocieron el desarrollo estable basado en el nacionalismo revolucionario y los que simplemente aceptaron con comodidad la alternancia.

Lo pongo de manera esquemática. Existen personas que todavía tienen como libro de cabecera las Memorias de Gonzalo N. Santos, otros tienen como referencia obligada las Obras completas de Jesús Reyes Heroles y otros revisan el Pragmatismo: un nuevo nombre para algunos antiguos modos de pensar, de William James. En otras palabras, unos asumieron el autoritarismo, otros el humanismo liberal y otros el pragmatismo. Sin embargo, se pueden presentar excepciones donde se rompe esa secuencia, que no es obligada, e incluso pueden existir los que combinan perfectamente dos tendencias: no creo que pueda darse una fórmula para combinar las tres tendencias.

A algunos les gusta citar: “La moral es un árbol que da moras, o vale para una chingada”, o “A mis amigos primero los encierro, luego los destierro, y si terquean los entierro”, de la autoría del Alazán tostado de San Luis Potosí. Otros recurren a frases como “Nada existe por encima de las contradicciones del Hombre”, o “En política, la forma es fondo”, del tuxpeño Jesús Reyes Heroles. Y otros simplemente se apegan a la objetividad de la situación, dejando de lado cualquier asunto ideológico o filosófico de la vida política.

A Efraín Villanueva Arcos lo ubico en el segundo grupo. Ya sea por su formación como sociólogo, o por los tiempos que le tocó vivir, es un hombre de tendencia liberal. Sin negar que la afirmación se basa en un conocimiento previo, ya que sé de sus ideas y sus obras desde mediados de los años ochentas, también trato de tomar una objetiva distancia para no confundir el espacio civilizado y el pedestal.

Buscaba en estos días a unos políticos que me dieran una amplia reflexión sobre Quintana Roo, ahora que cumple 33 años de edad. Quería tener material que tuviese algo de perspectiva histórica y que al mismo tiempo le diera mayor peso a temas actuales, algunas reflexiones que poner sobre la mesa. Se me ocurrieron dos personas, pero fue Villanueva el único en entrar al ruedo.

Organicé la batería en cuatro grupos: sociedad, política, economía y cultura. En esta ocasión tocaré las dos primeras, en la próxima entrega las dos restantes.

Dábamos por entendido que los problemas de migración, el desigual desarrollo indígena, la acelerada urbanización, los problemas de violencia, el pandillerismo, la drogadicción, el divorcio y el suicidio son los componentes sociales que complican el panorama de estos tiempos a nuestro Estado.

“Quintana Roo ha tenido un crecimiento impresionante en los últimos 15 años..., (pero) este crecimiento demográfico no ha estado acompañado de un orden en lo social: ha sido un crecimiento desordenado. Este crecimiento ha rebasado todos los criterios de planeación creando problemas de desintegración social. Esto no ha permitido que seamos una sociedad más estable y armónica: nuestros problemas sociales están en tasas muy por encima del promedio nacional”, señala el que fuera Secretario de Educación durante la gubernatura de Pedro Joaquín Coldwell.

Para el diputado Efraín Villanueva el tipo de desarrollo que tiene Quintana Roo “no es el modelo más adecuado para garantizar distribución y armonía social”. Desde su perspectiva, se “necesita más intervención del Estado, mayores regulaciones para el desarrollo y armonizar con el crecimiento poblacional”.

Conozco en él a un férreo defensor del Estado y las instituciones, en ocasiones me parece que es de los que nunca revisaría el contrato social rousseauniano, por eso cuando señala que “las instituciones han sido rebasadas, que en Quintana Roo no ha habido preparación de sus instituciones para el ritmo de crecimiento y desarrollo”, lo hace porque ya le ganó la preocupación. “La entrada a la globalización a través del turismo nos plantea un reto que no ha beneficiado y armonizado con varios sectores sociales. El nivel institucional está muy atrasado: la salud, la educación..., además de todos los servicios que debe dar el gobierno a la iniciativa privada y al sector productivo tienen un rezago terrible”. “El rezago no sólo es en gente capacitada y en programas y normas, sino también en asuntos como la rendición de cuentas, la transparencia, etc. Es aquí donde se necesita un Estado eficaz, transparente y honesto”, menciona el exrector de la Universidad de Quintana Roo.

Nuestra situación de frontera, el tránsito de ilegales e indocumentados y el trasiego de drogas son otro orden de problemas que han crecido y que para Villanueva se debe, en parte, a que “la Federación nos tiene abandonados: no hemos sido una prioridad y eso es un error que pagamos con el arribo de bandas de delincuentes que se disputan el mercado del norte (de Quintana Roo). Son problemas que encienden los focos rojos y ello, por ser vulnerables en términos del turismo, nos afecta. Si se nos cae el turismo, se nos cae todo lo construido en el Estado”.

La reforma fiscal y la reforma electoral son temas que pasan por la aduana del Congreso federal y local y que no son simples rutas del dinero o formas y estilos de elegir al gobernante. Desde la perspectiva de Villanueva Arcos la recaudación es necesaria, siempre y cuando las entidades también reconfiguren su gasto. “Hay todavía áreas obesas e ineficientes de donde se podrían reorientar recursos para otros proyectos”.

El legislador apoya la reforma fiscal siempre y cuando los recursos que lleguen a Quintana Roo estén a la par con el “fortalecimiento de los controles para que puedan canalizarse a atender los problemas del rezago. Se debe diversificar la economía y no hacerla monodependiente del turismo. Se requiere invertir en la forestería, en la agricultura y en proyectos culturales que es un área de oportunidad de inversión”. “Necesitamos estar a la par con Estados que están preparados en estructura y en modernización para rendir cuentas, pues también existen otros donde todo es opaco, se evaden muchos mecanismos y esto propicia la corrupción”.

Blindar una ética en el manejo de los recursos a través de controles es lo que preocupa al sociólogo. “Junto a la reforma fiscal debe existir un esfuerzo de modernización institucional y de transparencia y rendición de cuentas. Debe haber una vigilancia del Congreso de la Unión, de los Congresos locales y de la sociedad para que se vigile que esa inyección de recursos no sirva para que salgan más personas ricas del gobierno”.

En el tema de la reforma electoral, el legislador niega que ésta resulte ser intrusiva en la soberanía de los Estados o que limite la libertad de expresión, como algunos medios señalaron. Sin embargo, tiene una duda. “En el contexto de que el IFE sea el que maneje las elecciones estatales locales es potestativo, un Estado será quien decida si es así o no. Lo que sí creo es que esto puede generar ciertos conflictos en las entidades federativas: qué pasaría si el Congreso local (hipotéticamente dominado por un partido político) expresa su interés de que sea el IFE quien maneje las elecciones y que el Ejecutivo (perteneciente a otro partido político) opine lo contrario. Se abre la puerta a la posibilidad de un conflicto. Me interesa saber cómo resolverán este asunto los legisladores federales en las leyes secundarias”.
Hasta aquí. Queda para la próxima entrega conocer la opinión del diputado del PRI respecto a la posibilidad de las candidaturas ciudadanas en la reciente reforma electoral, su postura respecto a la fallida redistritación y varios temas de economía y cultura. Se pondrá bueno.