Se notaba en el paisaje la ausencia de un espacio donde se estimulara la investigación académica y la reflexión intelectual sobre temas que nos ayudaran a entender los fenómenos sociales y culturales del dinámico y diverso Quintana Roo.
Ya habían egresado varias generaciones de jóvenes profesionistas de la Universidad de Quintana Roo y en la nómina de investigadores y académicos localizados en instituciones estatales, regionales y nacionales, como la UQROO, la Universidad del Caribe, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, la Universidad Autónoma de Yucatán, el Colegio de la Frontera Sur, el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, la Universidad Autónoma de Campeche, la Universidad Autónoma de Chiapas, las Universidades Interculturales, ya sumaban varias decenas. También la presencia de intelectuales y escritores ya era notable en la región. Necesitábamos de todos ellos.
El siguiente paso era tener respuestas argumentadas, sin grandes hipótesis, para comprender el fenómeno migratorio de los indígenas en Quintana Roo. Ya no era suficiente conocer los números que arrojaba INEGI o escuchar el discurso de algún político para justificar la insuficiencia presupuestal. Se requería convocar a los académicos para que, con su solidez y coherencia, nos dieran nuevos datos teóricos y/o empíricos y los amarraran con sus afirmativas justificaciones. Requeríamos de la metodología y la reflexión.
Teníamos detectada la necesidad, la masa crítica y el primer tema. Así fue como nació, auspiciado por las autoridades culturales, el Premio Estatal de Ensayo Social Alfonso Villa Rojas. El nombre del proyecto era un homenaje al primer antropólogo social mexicano que en la década de los años 30s del siglo XX, realizó la primera estancia prolongada de trabajo de campo entre los mayas del centro de Quintana Roo y que se tradujo en una importante aportación científica, que se plasma en la ya clásica obra Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas de Quintana Roo.
Con grandes expectativas fue lanzada la primera convocatoria del Premio, con un estímulo de cincuenta mil pesos para el mejor ensayo y su publicación junto con los otros cuatro mejores trabajos. El tema fue La migración indígena en Quintana Roo.
La respuesta fue favorable. Investigadores quintanarroenses, yucatecos, chiapanecos, de la ciudad de México y veracruzanos participaron en el certamen. Con un jurado conformado por respetables investigadores, casi una veintena de ensayos fueron evaluados. La mayoría poseía las características requeridas: calidad, un buen desarrollo de ideas, una hipótesis, datos claros y una buena estrategia de cierre.
El ensayo seleccionado para recibir el Premio fue ¿Elegidos de Dios o expulsados del paraíso? Migración, etnicidad y desigualdad entre los mayas yucatecos en Quintana Roo, de Rodrigo Alejandro Llanes Salazar.
Los trabajos seleccionados por el jurado calificador para ser publicados junto con el ganador fueron: Entre Ulises y Penélope: migración indígena y profundización de las desigualdades, de Luis Sánchez Trujillo; El éxodo chiapaneco a Playa del Carmen: entre supervivencia y exclusión, de Gerardo Hernández Hernández; Los indígenas mayas, de elegidos de Dios a parias del vórtice migratorio, de Joaquín Quiroz Carranza y Citlalli Cantú Escalante y La encrucijada cultural: Procesos migratorios y de integración indígena en Quintana Roo, de Gabriel Vázquez Dzul.
Muy interesantes, pero con estructuras y argumentos diferentes son los trabajos que los prestigiosos académicos que integraron el jurado seleccionaron para premiar y publicar.
Por ejemplo, el de Rodrigo Llanes tiene una estructura formal, su narrativa es académica y su ensayo se trata del análisis de la migración de mayas de origen yucateco a las ciudades turísticas de Quintana Roo, después de la crisis henequenera: es evidente la perspectiva antropológica. Al leerlo, se pueden encontrar respuestas a ciertas interrogantes como ¿las prácticas culturales de los migrantes son o no afectadas con el cambio de residencia?, ¿con la migración se crean nuevas formas de etnicidad?, ¿la migración acentúa la desigualdad económica? o ¿los beneficios económicos producidos por el turismo satisfacen las necesidades de los migrantes indígenas?
Otro documento, el de Luis Antonio Sánchez, es también digno de detenida lectura. Sin dejar la academia, Sánchez deja que su pluma se deslice entre metáforas literarias, atrapa, aunque por momentos suelta andanadas de un materialismo histórico actualizado a las circunstancias migratorias, concretamente como una forma del devenir capitalista, la acumulación de capital y la transferencia de costos que la fuerza de trabajo del migrante permite: se percibe un enfoque sociológico. Sin embargo, los argumentos y conclusiones de Sánchez son diferentes a los de ensayo de Llanes. Tomando el caso de la migración de indígenas chiapanecos a Playa del Carmen, menciona que existe una trasformación de las identidades culturales y ello no significa un avance, sino una profundización de la explotación y la desigualdad.
Será necesario leer con detalle cada uno de los ensayos que serán publicados; el de Quiroz y Cantú, el de Hernández y el de Vázquez Dzul son de excelente factura y con buenos aportes. Ahí podremos encontrar nuevos argumentos o releer otros no tan novedosos, pero que es necesario difundir para entender un poco más el fenómeno migratorio en Quintana Roo.
En un futuro, de mantenerse la continuidad y seguir ofreciendo interesantes documentos académicos, el Premio Estatal de Ensayo Social Alfonso Villa Rojas se puede transformar en un instrumento que permita, a través del conocimiento científico, la actualización y definición de mejores políticas públicas en la agenda de desarrollo social.
Temáticas como nuevas culturas e identidades, religión popular y nuevas alternativas, grupos vulnerables y derechos humanos, tradición y modernidad, sociedad y medio ambiente, valores y adicciones y todo aquello que engarce la glocalización y lo global que genera la actividad económica del turismo, son fenómenos que requieren ser conocidos con mayor detalle. Pero ese nuevo conocimiento de poco servirá si no logramos ofrecerlo como útil para el diseño de políticas y estrategias adecuadas, donde el gobierno y la sociedad participen en una distribución de responsabilidades y la solución a satisfactores de los ciudadanos que vivimos en el estado con el mayor dinamismo económico y social del país. Este puede ser el mejor ensayo que hagamos.
domingo, 5 de diciembre de 2010
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