En un discurso dictado en 1973, durante la clausura de un evento de las juventudes priístas, Jesús Reyes Heroles decía: “Las nuevas generaciones están desempeñando un papel muy importante en la renovación o reforma política nacional, siguiendo lo que ya en México es una tradición: el entreveramiento de generaciones, su enlace, que ha permitido a nuestro país mantener la movilidad política, la continuidad y la innovación, conjugando los ímpetus juveniles con la seriedad y prudencia que da la experiencia”.
En aquel acto político, el ideólogo que pronunció esas palabras tenía 52 años de edad y quienes lo escuchaban rondaban entre los 20 y 25 años. Con el tiempo, varios de esos muchachos llegaron a ser gobernadores, diputados, senadores o dirigentes nacionales.
Años más tarde, en el 2007, en su discurso de toma de protesta como dirigente nacional de su partido, Beatriz Paredes se refería a lo saludable que era abrir las puertas a las nuevas generaciones. Ella había sido uno de aquellos destinatarios del discurso de Reyes Heroles. Además, Paredes Rangel había llegado a la gubernatura de Tlaxcala a los 34 años: sabía el significado de aquellas palabras. En ese contexto, el entreveramiento generacional tenía que ser apoyado, tratando de formar nuevas generaciones con una visión clara y comprometida sobre lo que debía ser el Estado mexicano del siglo XXI. Y subrayaba que esto era un asunto serio, que debía manejarse con responsabilidad, sin ningún oportunismo, y citaba a Reyes Heroles:
“Combatiremos cualquier barrera para el ascenso político de las nuevas generaciones; combatiremos barreras protectoras que impidan el descenso de los que, por incapacidad o falta de corrección en sus actuaciones, deban descender…”.
“… No creo en los conflictos generacionales. Casi siempre los conflictos generacionales encubren conflictos reales, materiales, de la sociedad. A través de la lucha generacional se puede desviar la atención sobre los problemas fundamentales de México. Hay viejos que ven estos problemas y tratan de resolverlos; hay jóvenes que también se enfrentan a los problemas; hay jóvenes y viejos que resuelven su situación personal, se acomodan y olvidan los problemas de la sociedad mexicana. Jóvenes y viejos de este Partido debemos ocuparnos de los conflictos reales, que están en la entraña de nuestra sociedad, de las contradicciones no abordadas, de las injusticias no eliminadas, de los problemas que no se tocan por temor a los intereses creados y de las reformas que no se han emprendido por timidez y miedo a lo nuevo”.
Por haber mantenido durante muchos años el poder presidencial, de saber cómo son las sucesiones en los gobiernos y los tiempos biológicos de los gobernantes desde la época de Emilio Portes Gil, el PRI se permitía este tipo de reflexiones. No significa que otros partidos políticos no hayan pensado sobre este tema, pero el pequeño detalle es que no han contado con el tiempo de poner en práctica el relevo generacional en el poder público. Sería interesante conocer qué opinaban sobre ese punto Manuel Gómez Morín o Heberto Castillo Martínez.
Toda esta remembranza tiene que ver con el reciente traspaso de estafeta en el gobierno estatal de Quintana Roo.
Quintana Roo, un estado joven -de la misma edad que Baja California Sur-, ha tenido siete gobernadores. Jesús Martínez Ross gobernó de 1975 a 1981 y tenía 40 años de edad cuando llego a la gubernatura. Pedro Joaquín Coldwell de 1981-1987, contaba con 30 años cuando protestó como gobernador. Miguel Borge Martín de 1987 a 1993, había cumplido 43 años de edad cuando asumió el poder. Mario Villanueva Madrid de 1993 a 1999, tenía 44 años cuando llegó a ser el cuarto gobernante. Joaquín Hendricks Díaz de 1999 a 2005 fue gobernador y tenía 47 años cuando protestó como gobernante. Félix González Canto gobernó de 2005 a 2011 y contaba con 36 años de edad cuando asume el gobierno estatal. Y el séptimo gobernador electo de Quintana Roo es Roberto Borge Angulo quien gobernará del 2011 al 2016; tiene 31 años de edad.
Si las generaciones biológicas se miden cada 30 años, nos encontramos exactamente en un relevo en el poder y en la llegada de una nueva generación de políticos. Los primeros gobernantes de la entidad tienen la edad para ser, simbólicamente, los padres de los jóvenes que llegan a la administración pública.
Roberto Borge, el nuevo Gobernador de Quintana Roo, tiene la responsabilidad de mostrar que los jóvenes están preparados para resolver los problemas de una sociedad cada vez más compleja. Conoce los retos que tiene que enfrentar: seguridad, competitividad, educación, adicciones y el desarrollo armónico de las regiones. Y también preveer los retos que traen las contingencias climáticas y el comportamiento de la macroeconomía nacional y global; para lo primero, necesitará una bola de cristal y todo el ímpetu; para lo segundo, una precisa prospectiva que le permita controlar escenarios. Él lo sabe.
También seguramente conoce que la forma de gobernar para dirigir, controlar y administrar los recursos y las instituciones tiene sus resultados. En cierta ocasión un político me explicaba el secreto de la forma de gobernar. Decía que una cosa es saber a qué estas obligado y otra es saber marcar un estilo, poner tu sello. Y lo ejemplificaba: “Tirar chapopote y tender líneas de agua y luz, es la obligación de cualquier gobernante; pero saber cuál es el área de oportunidad o los temas sociales que te diferenciarán o te distinguirán de otros gobernantes, es la parte creativa y la que finalmente te dará la calificación en lo inmediato y a largo plazo: es intentar un paradigma”. Ese político que hablaba está arriba de los sesenta años y es la generación de la experiencia. Ahí podría estar un ejemplo de las palabras de Jesús Reyes Heroles y el entreveramiento generacional.
Las formas de sucesión del poder tienen su historia. En viejos tiempos mexicanos, desde Acamapichtli hasta Cuauhtémoc, pasando por Itzcóatl, Axayácatl, Moctezuma y otros tlatoanis mexicas, el poder se heredaba a través del linaje. Pero dos atributos debían poseer estos gobernantes: el conocimiento de los rituales para un gran panteón de dioses y con ello garantizar la estabilidad y bienestar de su pueblo y tener las cualidades de un buen guerrero.
O también podemos citar la antigua tradición de Europa occidental, desde Julio César Augusto hasta Carino, pasando por Tiberio, Claudio, Tito, Trajano, Marco Aurelio y otros, donde el acceso al poder se daba a través de la elección del Senado, el cual estaba compuesto por los patricios. Aunque el trono no podía ser heredado, casi siempre los césares influían en quiénes podían sucederlos. Las principales cualidades eran conocer el Derecho romano y ser buenos estrategas militares, aunque también hubo una época de anarquía, donde estas cualidades y las formas no se respetaron.
Pero estamos en el México posmoderno iniciando la segunda década del siglo XXI y hablamos de un relevo en el poder en Quintana Roo, donde las tendencias de diverso orden de la creciente cibersociedad, sean económicas, tecnológicas, educativas, culturales, ambientales, demográficas y de bienestar en general, requieren mantenerse en sintonía con las formas democráticas de la política. Es deseable que así sea para que vaya, “junto con pegado”, una adecuada pauta y una puntual lectura de la realidad y las necesidades de una joven entidad, tremendamente dinámica y exigente.
domingo, 10 de abril de 2011
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