Se le atribuye a Jorge Luis Borges una definición de la democracia muy aplaudida: “es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística”. Borges, al igual que Octavio Paz, levantaba mucho polvo cuando hablaba de política.
Apenas habían pasado 24 horas cuando ya tenía en mis manos la Iniciativa de Reforma Energética del presidente Felipe Calderón. Me interesó desde el momento en que se presentó públicamente. Pausada y sin interrupción la leí. Tocaba un asunto importante y sensible: modificar el artículo 27 constitucional en materia del petróleo para permitir la participación de capital privado y poner a PEMEX acorde con los tiempos económicos, con la tecnología y con la inversión.
El artículo 27 de la Constitución establece que el recurso del petróleo es del dominio directo de la Nación y cuyas características son la inalienabilidad e imprescriptibilidad; es decir, nunca deben dejar de ser propiedad y dominio del Estado. También ese artículo dispone que el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, no pueden ser concesionados ni cedidos en contrato y que solamente la Nación esta facultada para realizar su explotación.
Previo al lanzamiento de la Iniciativa, la Secretaría de Energía y algunos columnistas comenzaron a manejar argumentos como “en el periodo que va de 1979 al 2004, la producción de crudo de Petróleos Mexicanos pasó de 1.5 a 3.4 millones de barriles diarios, alcanzando su máximo en ese último año. Sin embargo, a partir de ese momento la producción de petróleo ha venido disminuyendo de manera preocupante, en consistencia con la caída en la producción del yacimiento de Cantarell, que en 2004 alcanzó su mayor producción, con 2.1 millones de barriles diarios, representando el 63 por ciento del total nacional” o “es claro que México requiere elevar la velocidad a la que descubre nuevos yacimientos e incorporar reservas, de manera que se pueda revertir la declinación en la producción”. El panorama así planteado era catastrófico.
Como se conoce, rápidamente los legisladores del Frente Amplio Opositor reaccionaron a lo que consideraron un intento de privatizar el patrimonio nacional. Tomaron las tribunas del Senado y de San Lázaro y negociaron el abandono de ellas luego de que todas las fuerzas políticas aceptaron realizar un Debate sobre la Reforma Energética.
Para el Debate se programaron 22 foros con especialistas. A la fecha ya vamos a la mitad de la presentación de los paneles y ya se han escuchado interesantes opiniones, aunque para Felipe Calderón solamente se han discutido cuestiones históricas, cuestiones que tienen que ver con la ideología y que tienen que ver con la política, pero sin rebatir lo central de su propuesta. O bien el presidente minimiza lo dicho en los foros, o bien los ponentes son de quinta pues no han entendido lo medular de la Iniciativa.
¿Qué se ha dicho en los foros? Indudablemente no se tiene suficiente espacio, ni se tiene vocación de estenógrafo para reproducir todas las ideas vertidas en el patio central de Xicoténcatl No. 9. Sin embargo, rescato algunos argumentos y posturas.
Lorenzo Meyer propone el análisis de variables que tienen que ver con nuestro nacionalismo, con la petrolización del fisco y de la participación de la sociedad en el debate. Llama a convencer y no sólo a vencer, de lo contrario habría una polarización e inestabilidad política. El investigador de El Colegio de México se opone a la Iniciativa y para ello se apoya en la historia política del petróleo.
Carlos Elizondo Mayer-Serra se mostró a favor de modificar la Constitución y con ello apoya la Iniciativa: “el fondo de la discusión no es la constitucionalidad de una u otra propuesta de reforma. El fondo es una decisión política, soberana, sobre qué hacer con el más estratégico de nuestros recursos. El fondo son las implicaciones de reformar o no reformar o el sentido de una u otra reforma. Si los fines que acordamos democráticamente exigen un cambio constitucional, llevémoslo a cabo”. Total, el artículo 27 ya se ha modificado 16 veces, una más no es ninguna.
Héctor Aguilar Camín reconoció que PEMEX tiene las amarras de la corrupción y la ineficiencia y que la mitología nacionalista y la debilidad fiscal impiden hablar del petróleo y de PEMEX como debe ser: una materia prima y una empresa. Agrega que la mitología nacionalista nos impide alterar los principios constitucionales y los principios simbólicos que permiten una visión de la industria petrolera. La mitología, dice el chetumaleño, es apasionado constitucionalismo y rechazo a la privatización. Él no cree que la Iniciativa privatice a PEMEX.
Juventino Castro, Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia, se declara un modesto abogado y pide no confundir la tesis de la propiedad. “La propiedad no es un derecho natural que desde su origen perteneciera al ser humano..., según nuestro Pacto la propiedad de las tierras y aguas es, en su origen, propiedad de la Nación, o sea del pueblo mexicano y existen propiedades –según mandatos constitucionales-, que no pueden en forma alguna ser transmitidas a los particulares, porque son base y el sustento de nuestra identidad, nuestra estabilidad y el progreso de la Nación”.
De uno y otro bando se han manifestado. Pero a lo largo de las jornadas va quedando la sensación que son más los que argumentan en contra de la Iniciativa de la Reforma Energética. Al menos en el patio de Xicoténcatl, parece ser que la propuesta de Felipe Calderón no las tiene consigo.
El Debate termina el día 22 de julio y no queda claro que se hará con la riqueza de los argumentos. No se ve aún el tren de aterrizaje para que se tomen decisiones. Ya se acerca el día de pasar a otra etapa y ahora se sacan a relucir citas de artículos constitucionales como el 26, el 41, el 42, el 71 y el 72 para hablar de una consulta ciudadana o de dejar que sea el Congreso de la Unión quien decida sobre la Iniciativa.
Quisiera retomar de Carlos Elizondo la idea de que en el fondo será una decisión política la que decida el futuro de la Reforma Energética. Y por ello es necesario pensar en nuestra democracia. Grandes cambios han existido en el vocabulario en la teoría democrática, irrupciones ideológicas en la democracia se han presentado, pero debe quedar claro que la realidad y el ideal ya no dan para más en la construcción de abstracciones normativas obsoletas.
Es deseable que empecemos a hablar de democracia participativa. Sin que se supla a la democracia representativa -sino que se le complemente-, la democracia participativa podría ser la solución a problemas como el decidir qué hacer con la Iniciativa de la Reforma Energética. Es una modalidad operativa que permitiría que a través de un referéndum todos los interesados manifestáramos nuestra postura.
Finalmente sería relativo el resultado del referéndum, lo importante es crear nuevas formas de participación. Eso es lo deseable. Al final del ejercicio podremos saber si somos capaces de seguir manejando los hechos y los valores como factores constitutivos de la democracia o nos quedaremos en el consuelo poético de que ella sólo “es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística”.
Apenas habían pasado 24 horas cuando ya tenía en mis manos la Iniciativa de Reforma Energética del presidente Felipe Calderón. Me interesó desde el momento en que se presentó públicamente. Pausada y sin interrupción la leí. Tocaba un asunto importante y sensible: modificar el artículo 27 constitucional en materia del petróleo para permitir la participación de capital privado y poner a PEMEX acorde con los tiempos económicos, con la tecnología y con la inversión.
El artículo 27 de la Constitución establece que el recurso del petróleo es del dominio directo de la Nación y cuyas características son la inalienabilidad e imprescriptibilidad; es decir, nunca deben dejar de ser propiedad y dominio del Estado. También ese artículo dispone que el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, no pueden ser concesionados ni cedidos en contrato y que solamente la Nación esta facultada para realizar su explotación.
Previo al lanzamiento de la Iniciativa, la Secretaría de Energía y algunos columnistas comenzaron a manejar argumentos como “en el periodo que va de 1979 al 2004, la producción de crudo de Petróleos Mexicanos pasó de 1.5 a 3.4 millones de barriles diarios, alcanzando su máximo en ese último año. Sin embargo, a partir de ese momento la producción de petróleo ha venido disminuyendo de manera preocupante, en consistencia con la caída en la producción del yacimiento de Cantarell, que en 2004 alcanzó su mayor producción, con 2.1 millones de barriles diarios, representando el 63 por ciento del total nacional” o “es claro que México requiere elevar la velocidad a la que descubre nuevos yacimientos e incorporar reservas, de manera que se pueda revertir la declinación en la producción”. El panorama así planteado era catastrófico.
Como se conoce, rápidamente los legisladores del Frente Amplio Opositor reaccionaron a lo que consideraron un intento de privatizar el patrimonio nacional. Tomaron las tribunas del Senado y de San Lázaro y negociaron el abandono de ellas luego de que todas las fuerzas políticas aceptaron realizar un Debate sobre la Reforma Energética.
Para el Debate se programaron 22 foros con especialistas. A la fecha ya vamos a la mitad de la presentación de los paneles y ya se han escuchado interesantes opiniones, aunque para Felipe Calderón solamente se han discutido cuestiones históricas, cuestiones que tienen que ver con la ideología y que tienen que ver con la política, pero sin rebatir lo central de su propuesta. O bien el presidente minimiza lo dicho en los foros, o bien los ponentes son de quinta pues no han entendido lo medular de la Iniciativa.
¿Qué se ha dicho en los foros? Indudablemente no se tiene suficiente espacio, ni se tiene vocación de estenógrafo para reproducir todas las ideas vertidas en el patio central de Xicoténcatl No. 9. Sin embargo, rescato algunos argumentos y posturas.
Lorenzo Meyer propone el análisis de variables que tienen que ver con nuestro nacionalismo, con la petrolización del fisco y de la participación de la sociedad en el debate. Llama a convencer y no sólo a vencer, de lo contrario habría una polarización e inestabilidad política. El investigador de El Colegio de México se opone a la Iniciativa y para ello se apoya en la historia política del petróleo.
Carlos Elizondo Mayer-Serra se mostró a favor de modificar la Constitución y con ello apoya la Iniciativa: “el fondo de la discusión no es la constitucionalidad de una u otra propuesta de reforma. El fondo es una decisión política, soberana, sobre qué hacer con el más estratégico de nuestros recursos. El fondo son las implicaciones de reformar o no reformar o el sentido de una u otra reforma. Si los fines que acordamos democráticamente exigen un cambio constitucional, llevémoslo a cabo”. Total, el artículo 27 ya se ha modificado 16 veces, una más no es ninguna.
Héctor Aguilar Camín reconoció que PEMEX tiene las amarras de la corrupción y la ineficiencia y que la mitología nacionalista y la debilidad fiscal impiden hablar del petróleo y de PEMEX como debe ser: una materia prima y una empresa. Agrega que la mitología nacionalista nos impide alterar los principios constitucionales y los principios simbólicos que permiten una visión de la industria petrolera. La mitología, dice el chetumaleño, es apasionado constitucionalismo y rechazo a la privatización. Él no cree que la Iniciativa privatice a PEMEX.
Juventino Castro, Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia, se declara un modesto abogado y pide no confundir la tesis de la propiedad. “La propiedad no es un derecho natural que desde su origen perteneciera al ser humano..., según nuestro Pacto la propiedad de las tierras y aguas es, en su origen, propiedad de la Nación, o sea del pueblo mexicano y existen propiedades –según mandatos constitucionales-, que no pueden en forma alguna ser transmitidas a los particulares, porque son base y el sustento de nuestra identidad, nuestra estabilidad y el progreso de la Nación”.
De uno y otro bando se han manifestado. Pero a lo largo de las jornadas va quedando la sensación que son más los que argumentan en contra de la Iniciativa de la Reforma Energética. Al menos en el patio de Xicoténcatl, parece ser que la propuesta de Felipe Calderón no las tiene consigo.
El Debate termina el día 22 de julio y no queda claro que se hará con la riqueza de los argumentos. No se ve aún el tren de aterrizaje para que se tomen decisiones. Ya se acerca el día de pasar a otra etapa y ahora se sacan a relucir citas de artículos constitucionales como el 26, el 41, el 42, el 71 y el 72 para hablar de una consulta ciudadana o de dejar que sea el Congreso de la Unión quien decida sobre la Iniciativa.
Quisiera retomar de Carlos Elizondo la idea de que en el fondo será una decisión política la que decida el futuro de la Reforma Energética. Y por ello es necesario pensar en nuestra democracia. Grandes cambios han existido en el vocabulario en la teoría democrática, irrupciones ideológicas en la democracia se han presentado, pero debe quedar claro que la realidad y el ideal ya no dan para más en la construcción de abstracciones normativas obsoletas.
Es deseable que empecemos a hablar de democracia participativa. Sin que se supla a la democracia representativa -sino que se le complemente-, la democracia participativa podría ser la solución a problemas como el decidir qué hacer con la Iniciativa de la Reforma Energética. Es una modalidad operativa que permitiría que a través de un referéndum todos los interesados manifestáramos nuestra postura.
Finalmente sería relativo el resultado del referéndum, lo importante es crear nuevas formas de participación. Eso es lo deseable. Al final del ejercicio podremos saber si somos capaces de seguir manejando los hechos y los valores como factores constitutivos de la democracia o nos quedaremos en el consuelo poético de que ella sólo “es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística”.
1 comentario:
El día de hoy se cerró la magna convocatoria lanzada por el Dr. Narro, rector de la UNAM, para el Debate Universitario sobre la Reforma Energética. Parece será un gran escenario para la discusión académica (y política, no hay que tener miedo) sobre el tema.
Esperemos que no suceda la mismo que con los debates del senado: al inicio había cientos personas en los foros al aire libre, la gente lo discutía, estaba atenta. Hoy, si hay 4 personas en los foros al aire libre, es mucho.
Cabe destacar que una de las dos sedes del Debate Universitario (23-27 de junio) será el bellísimo Auditorio del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
http://www.reformaenergetica.unam.mx/
Recomiendo también el siguiente artículo. Ojalá discutamos pronto los contenidos del mero mole. Besos
http://www.jornada.unam.mx/2008/06/17/index.php?section=opinion&article=a03a1cie
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