domingo, 25 de abril de 2010

El Doctor

Este es un testimonio que habla de hechos, circunstancias e ideas de una persona que próximamente recibirá un reconocimiento. Se advierte que no se trata de construir una personalidad, ni una imagen -eso es muy complicado y puede resultar subjetivo-; es un ejercicio de sumar impresiones y algunas reflexiones que se han obtenido a partir de la observación, la entrevista y un diálogo largo y sincero.

No es tampoco la intención de presentar a alguien; no hay necesidad, por que él ha obtenido representación en la vida pública. A diferencia de muchos, los micrófonos no le hacen falta. Tal vez el ego, el deseo por aparecer no le sea tan importante; como que le gusta más dar su opinión sobre temas que luego se olvidan en la política, o más bien, quedan subordinadas a la política.

Por una relación que por momentos pasa por lo académico-ideológico-político, y que considero interesante, me animo a escribir.

El doctor Miguel Borge pronto, en unas semanas, recibirá un reconocimiento público: le será otorgado el titulo de Doctor Honoris Causa, por la Universidad de Quintana Roo.

No abundan esos políticos que hacen un esfuerzo por reflexionar sobre su entorno y su relación con él: “se hace política cuando nos trascendemos a nosotros mismos y comenzamos a pensar en los demás, en la sociedad”, dice Borge. Muy clásica la postura, muy aristotélica, ¿pero hoy quién se acuerda de la filosofía? Muy pocos.

Cuando todo en la política parece ser contrario al concepto humano y a las acciones intelectuales, donde todo se apuesta a las consecuencias de los actos, el doctor Borge cree en la ideología. “Las ideologías son un ingrediente fundamental del juego político. En una dictadura basta y sobra con una ideología, la del dictador, pero en una democracia eso no es posible”. Sin embargo, reconoce que los contenidos ideológicos han pasado a segundo plano, “cediendo ante los embates de la mercadotecnia política y las estrategias electorales, que crean imágenes de políticos a conveniencia, tal y como se hace con los productos de consumo”.

En este punto Borge remata reflexionando sobre el desencanto con el político cuando no existe relación entre lo que pregona y la realidad. Al final del camino, la ideología del político “guarda relación con la escolaridad de los electores: un ciudadano con baja escolaridad percibe con menor intensidad la ideología y es presa fácil de la mercadotecnia política”.

Como rama de la filosofía, como el brazo ejecutor de hacer política, la ética es también un concepto que Borge tiene definido. “Alguna vez leí que la ética era al individuo, lo que la moral le era a la sociedad…”. Es claro que el doctor Borge distingue los dos conceptos, pero nos falta hablar cómo en la libertad de elegir nuestra moral podemos equivocarnos, tal como menciona Fernando Savater. Es importante no repetir los errores de nuestra especie.

“Cada pueblo tiene sus propias reglas de comportamiento moral…, son el marco de referencia para el actuar de las personas. Cuando esas reglas no se cumplen, se incurre en una falta de ética que lastima a la moral. La moral es como la sombrilla de un grupo social, bajo la cual debemos movernos para no incurrir en desviaciones de conducta”, comenta Borge Martín. En lo general se coincide, pero, ¿esas reglas morales como se dan?, ¿por orden, por capricho o por costumbre? Es común escuchar: él ya robó, ahora me toca a mí; ¿esto puede tomarse como una costumbre o una regla aceptada?, ¿dónde queda lo malo y lo bueno en el ejemplo?, ¿qué nos diría Kant o Maquiavelo?

No se puede estar en desacuerdo con la siguiente frase del cozumeleño: “la ética de las personas es fundamental para construir una moral social respetable, más que por las reglas, por su cumplimiento. Eso nos da cohesión de pensamiento”.

En este diálogo con el político, el tema de la cultura es algo que le fluye con cierta pasión. Son sus matrices, no una definición de cultura lo que lo hace pensar así: “la cultura puede entenderse como la capacidad que tienen las personas y la sociedad para percibir su entorno, para interpretarlo, para interactuar, para imaginar futuros posibles y marcarle rumbo al devenir de la existencia”.

Él sabe que no hay homogeneidad cultural y que es un cauce normal que exista una constante definición de los perfiles culturales a partir de intercambios o préstamos. Cree en la dinámica cultural, la cual la ve como evolución. También sabe de la diversidad cultural, pero confía en “enriquecer sus valores, en fortalecer su identidad y fomentar una visión compartida de futuro”. Está convencido que esto aplica para el diverso y dinámico Quintana Roo.

En la charla no me sorprende cuando Borge cita al economista Jacques Attali, pues fue su maestro, o cuando desarrolla la teoría del físico Stephen Hawking, pues lo ha leído. Lo que me sorprende es que lo haga un político.

Siempre ha sido partidario de la parejura, aunque sabe que las desigualdades sociales tienen orígenes profundos. Por ello, su idea sobre la educación es congruente: “la educación nos hace más iguales, no en sentido de la ley, sino de lo que las personas somos. Me refiero, no a la desigualdad que resulta de la imperfección de los mecanismos económicos, financieros y fiscales, sino a la desigualdad que hace que el poder se convierta en abuso, la necesidad en incondicionalidad y la diferencia de ingresos en resentimientos”.

Para el que fuera gobernante de Quintana Roo entre 1987 y 1993, la educación debe ser plena, “debe llegar a todos, en todos los niveles, ya que de no ser así, como ocurre en México, se vuelve paradójicamente en un contribuyente de la desigualdad…”. El provenir de una familia que sabía de la escasez y el esfuerzo, lo hace sensible a esas realidades.

En mayo de hace diecinueve años, con la presencia de Carlos Salinas, se creó la Universidad de Quintana Roo. Fue la obra educativa de mayor alcance que se ha realizado en Quintana Roo. Borge la planeó y realizó por que no deseaba que las personas quedaran en desventaja ante un medio que era cada vez más artificial y más adverso, como resultado de la propia acción del hombre.

Desde aquella mañana, cuando Chan Cres nos llevó un regalo, una petición y una invitación, he sabido del doctor Miguel Borge Martín. Nuestro amigo maya nos entregó una pierna de haleb cocida en el pib, nos pidió que le ayudáramos a conseguir un buen trabajo para su hijo y nos invitó a que fuéramos a Xcacal Guardia a conocer al nuevo candidato a Gobernador que iniciaba su campaña; era el que ahora recibirá merecidamente el Honoris Causa.

Ha pasado el tiempo y las ideas han madurado. Para el que admira a Ortega y Gasset, para el que cree en ideologías, en la existencia de una ética y una necesaria moral, para el que la cultura es la esencia y forma de las personas, el reconocimiento académico que se le ofrece está justificado y merecido. Enhorabuena, Doctor.

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