domingo, 7 de octubre de 2007

Sobre la mesa

Con base en la realidad empírica o de un intuitivo conocimiento, se puede mencionar que en cierto sector existen tres tipos de políticos: los que están todavía cercanos a los años posteriores a la Revolución, los que conocieron el desarrollo estable basado en el nacionalismo revolucionario y los que simplemente aceptaron con comodidad la alternancia.

Lo pongo de manera esquemática. Existen personas que todavía tienen como libro de cabecera las Memorias de Gonzalo N. Santos, otros tienen como referencia obligada las Obras completas de Jesús Reyes Heroles y otros revisan el Pragmatismo: un nuevo nombre para algunos antiguos modos de pensar, de William James. En otras palabras, unos asumieron el autoritarismo, otros el humanismo liberal y otros el pragmatismo. Sin embargo, se pueden presentar excepciones donde se rompe esa secuencia, que no es obligada, e incluso pueden existir los que combinan perfectamente dos tendencias: no creo que pueda darse una fórmula para combinar las tres tendencias.

A algunos les gusta citar: “La moral es un árbol que da moras, o vale para una chingada”, o “A mis amigos primero los encierro, luego los destierro, y si terquean los entierro”, de la autoría del Alazán tostado de San Luis Potosí. Otros recurren a frases como “Nada existe por encima de las contradicciones del Hombre”, o “En política, la forma es fondo”, del tuxpeño Jesús Reyes Heroles. Y otros simplemente se apegan a la objetividad de la situación, dejando de lado cualquier asunto ideológico o filosófico de la vida política.

A Efraín Villanueva Arcos lo ubico en el segundo grupo. Ya sea por su formación como sociólogo, o por los tiempos que le tocó vivir, es un hombre de tendencia liberal. Sin negar que la afirmación se basa en un conocimiento previo, ya que sé de sus ideas y sus obras desde mediados de los años ochentas, también trato de tomar una objetiva distancia para no confundir el espacio civilizado y el pedestal.

Buscaba en estos días a unos políticos que me dieran una amplia reflexión sobre Quintana Roo, ahora que cumple 33 años de edad. Quería tener material que tuviese algo de perspectiva histórica y que al mismo tiempo le diera mayor peso a temas actuales, algunas reflexiones que poner sobre la mesa. Se me ocurrieron dos personas, pero fue Villanueva el único en entrar al ruedo.

Organicé la batería en cuatro grupos: sociedad, política, economía y cultura. En esta ocasión tocaré las dos primeras, en la próxima entrega las dos restantes.

Dábamos por entendido que los problemas de migración, el desigual desarrollo indígena, la acelerada urbanización, los problemas de violencia, el pandillerismo, la drogadicción, el divorcio y el suicidio son los componentes sociales que complican el panorama de estos tiempos a nuestro Estado.

“Quintana Roo ha tenido un crecimiento impresionante en los últimos 15 años..., (pero) este crecimiento demográfico no ha estado acompañado de un orden en lo social: ha sido un crecimiento desordenado. Este crecimiento ha rebasado todos los criterios de planeación creando problemas de desintegración social. Esto no ha permitido que seamos una sociedad más estable y armónica: nuestros problemas sociales están en tasas muy por encima del promedio nacional”, señala el que fuera Secretario de Educación durante la gubernatura de Pedro Joaquín Coldwell.

Para el diputado Efraín Villanueva el tipo de desarrollo que tiene Quintana Roo “no es el modelo más adecuado para garantizar distribución y armonía social”. Desde su perspectiva, se “necesita más intervención del Estado, mayores regulaciones para el desarrollo y armonizar con el crecimiento poblacional”.

Conozco en él a un férreo defensor del Estado y las instituciones, en ocasiones me parece que es de los que nunca revisaría el contrato social rousseauniano, por eso cuando señala que “las instituciones han sido rebasadas, que en Quintana Roo no ha habido preparación de sus instituciones para el ritmo de crecimiento y desarrollo”, lo hace porque ya le ganó la preocupación. “La entrada a la globalización a través del turismo nos plantea un reto que no ha beneficiado y armonizado con varios sectores sociales. El nivel institucional está muy atrasado: la salud, la educación..., además de todos los servicios que debe dar el gobierno a la iniciativa privada y al sector productivo tienen un rezago terrible”. “El rezago no sólo es en gente capacitada y en programas y normas, sino también en asuntos como la rendición de cuentas, la transparencia, etc. Es aquí donde se necesita un Estado eficaz, transparente y honesto”, menciona el exrector de la Universidad de Quintana Roo.

Nuestra situación de frontera, el tránsito de ilegales e indocumentados y el trasiego de drogas son otro orden de problemas que han crecido y que para Villanueva se debe, en parte, a que “la Federación nos tiene abandonados: no hemos sido una prioridad y eso es un error que pagamos con el arribo de bandas de delincuentes que se disputan el mercado del norte (de Quintana Roo). Son problemas que encienden los focos rojos y ello, por ser vulnerables en términos del turismo, nos afecta. Si se nos cae el turismo, se nos cae todo lo construido en el Estado”.

La reforma fiscal y la reforma electoral son temas que pasan por la aduana del Congreso federal y local y que no son simples rutas del dinero o formas y estilos de elegir al gobernante. Desde la perspectiva de Villanueva Arcos la recaudación es necesaria, siempre y cuando las entidades también reconfiguren su gasto. “Hay todavía áreas obesas e ineficientes de donde se podrían reorientar recursos para otros proyectos”.

El legislador apoya la reforma fiscal siempre y cuando los recursos que lleguen a Quintana Roo estén a la par con el “fortalecimiento de los controles para que puedan canalizarse a atender los problemas del rezago. Se debe diversificar la economía y no hacerla monodependiente del turismo. Se requiere invertir en la forestería, en la agricultura y en proyectos culturales que es un área de oportunidad de inversión”. “Necesitamos estar a la par con Estados que están preparados en estructura y en modernización para rendir cuentas, pues también existen otros donde todo es opaco, se evaden muchos mecanismos y esto propicia la corrupción”.

Blindar una ética en el manejo de los recursos a través de controles es lo que preocupa al sociólogo. “Junto a la reforma fiscal debe existir un esfuerzo de modernización institucional y de transparencia y rendición de cuentas. Debe haber una vigilancia del Congreso de la Unión, de los Congresos locales y de la sociedad para que se vigile que esa inyección de recursos no sirva para que salgan más personas ricas del gobierno”.

En el tema de la reforma electoral, el legislador niega que ésta resulte ser intrusiva en la soberanía de los Estados o que limite la libertad de expresión, como algunos medios señalaron. Sin embargo, tiene una duda. “En el contexto de que el IFE sea el que maneje las elecciones estatales locales es potestativo, un Estado será quien decida si es así o no. Lo que sí creo es que esto puede generar ciertos conflictos en las entidades federativas: qué pasaría si el Congreso local (hipotéticamente dominado por un partido político) expresa su interés de que sea el IFE quien maneje las elecciones y que el Ejecutivo (perteneciente a otro partido político) opine lo contrario. Se abre la puerta a la posibilidad de un conflicto. Me interesa saber cómo resolverán este asunto los legisladores federales en las leyes secundarias”.
Hasta aquí. Queda para la próxima entrega conocer la opinión del diputado del PRI respecto a la posibilidad de las candidaturas ciudadanas en la reciente reforma electoral, su postura respecto a la fallida redistritación y varios temas de economía y cultura. Se pondrá bueno.

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