sábado, 8 de septiembre de 2007

La mirada francesa

En el camarote escribió en su diario de campo, de un solo jalón, algo que ponía fin a una tradición donde habían participado personajes como Louis Antoine de Bougainville, el que localizó la bugambilia en Sudamérica, y de James Cook, el descubridor de Australia: “odio los viajes y los exploradores..., la aventura no cabe en la profesión del etnografo; no es más que una carga que entorpece el trabajo eficaz”. Así lo asentó mientras terminaba su cotidiano vasito de ron y con ello daba fin a la larga época de los viajes de exploración donde frecuentemente los europeos se encontraron con el buen salvaje.

La llegada de Claude Lévi-Satruss a la costa brasileña en 1941, a bordo del Capitain Paul-Lemerle, significó el arribo a América de la etnología francesa que ya nunca más permitió que los libros hablaran de la lista de cajas que se llevaban, las fechorías del perrito de a bordo y la mezcla insípida de información del mundo que no terminaba de ser conocido. Con Tristes trópicos, la obra etnográfica del padre del estructuralismo francés, se inició la presencia intermitente por varios años y ahora permanente de la analítica mirada francesa en nuestro continente.

Cabe mencionar que antes de la etnología levistrossiana, ya habían llegado a las bibliotecas mexicanas las obras de los sociólogos franceses que en gran medida ayudaron, junto con la lingüística de Ferdinand de Saussure, a construir las novedosas propuestas del judío-francés. Emilie Dukheim, Marcel Mauss, George Bataille y Roger Caillois, ya habían ocupado sus lugares.

A 65 años de la presencia de etnólogos franceses en nuestro continente, existe hoy en París un destacado grupo de investigadores que se han dedicado a trabajar la etnología del Amazonas. “No se trata sólo de un área geográfica, sino que es un grupo con aportes conceptuales y teóricos, ya que la mayoría fueron alumnos de Lévi-Strauss especializados en análisis de mitología”, me explica Valentina Vapnarsky, etnoetnolingüista del Centre National de la Recherche Scientifique.

Incluyendo a la figura destacada de Phillippe Descola, el grupo realiza trabajos en Ecuador, Perú, Colombia y Brasil. Sus estudios ”se caracterizan por criticar la oposición entre cultura y naturaleza. Realizan un trabajo muy fino con mucha etnografía y que se vinculan a la teoría del perceptivismo que desarrolla el brasileño Eduardo Viveiros de Castro”, menciona Vapnarsky. “Otros investigadores como Anne Christine Taylor o Jean Pierre Chaumeil, que investiga sobre la memoria histórica, la relación mito e historia, el chamanismo, el ritual y la percepción y las emociones”.

La disciplina francesa ha realizado estudios en diversas áreas geográficas del planeta, como en Oceanía, con el grupo CREDO, donde participa Maurice Godelier, que se aplica en temas de organización social y ritual.

“La experiencia y los resultados que arrojan estos grupos de estudio que trabajan diversas áreas geográficas y con diversas disciplinas nos nutre -en teoría y en técnicas- a nosotros, a los antropólogos mayistas”.

Los etnólogos franceses que trabajan en Centroamérica y en particular con poblaciones mayas se han destacado por su “pluridisciplinariedad”. Según la investigadora del CNRS, son veinte o treinta mayistas con disciplinas diversas, pero muy vinculadas.

“Lingüistas, etnólogos, arqueólogos, epigrafistas y etnohistoriadores como Aurore Monod Becquelin, Colette Grinevald, Alain Breton, Perla Petrich, Pierre Becquelin, Dominique Michelet, Claude Baudez, Charlotte Arnauld, Philippe Nondedeo, Jean-Michel Hoppan. formaron desde la década de los ochenta un grupo que se ha transformado en un sólido equipo de mayistas con buen presupuesto y con bastantes estudiantes, consolidando un grupo multidisciplinario que no se da en ninguna otra parte”, señala con cierto orgullo Valentina Vapnarsky.

Este grupo de investigadores franceses especializado en la cultura y la sociedad maya, ha publicado una versión del Rabinal Achí; elaborado diccionarios de varias lenguas mayences; estudia y publica la poética contemporánea maya; realiza estudios etnológicos de los mayas de Quintana Roo, Chiapas y Guatemala y desarrolla trabajos arqueológicos en Campeche y Guatemala.

La escuela francesa de etnología (en Francia a la antropología se le llama etnología, para diferenciarse de la antropología social inglesa y de la antropología cultural norteamericana) tiene una larga cauda de excelentes teóricos que han mostrado especial apego al trabajo etnográfico. Antes de los trabajos de parentesco y mitología realizados por Lévi-Strauss y de los llamados africanistas que encabezaron Lévy-Bruhl y Griaule, ya existían los precedentes, aunque antagónicos, de Mauss y van Gennep, quienes fueron los que en realidad distinguieron los trabajos entre los etnólogos y los folkloristas. Luego llegarían, a partir de los años sesenta, los aportes de Godelier, Clastres, de Heusch, Meillassoux, Rey, Segalel y Sperber.

“Hoy, hay muchas vertientes teóricas en la etnología francesa”, nos comenta la que es considerada como la mejor lingüista especializada en el idioma maya peninsular y en el casi extinto maya-itzá. Por ejemplo, “Dan Sperber –el padre de la antropología simbólica cognitiva- está dedicado a la cognición y a la filosofía y recién publicó un libro sobre la epidemiología de la cultura. Él ha abandonado el campo, la etnografía, y eso lo ha excluido del grupo de los etnólogos: él va a otra cosa”.

Philippe Descola es actualmente uno de los etnólogos más activos/reconocidos. “Es director del Laboratorio de Antropología Social, fundado por Levi-Strauss, y como ocupo L-S la cátedra de antropología Social en el Collage de France, Descola tiene la Cátedra de Antropología de la naturaleza en esa misma institución. Él es un descendiente del estructuralismo, es muy refinado y mantiene aquella visión comparativa y universal, ha hecho trabajo de campo entre los Achuar de Ecuador pero se ha destacado últimamente por su trabajo comparativo sobre categorías y ontologías, manejando como Levi-Strauss datos de miles de monografías de todas partes del mundo. ”.

Sobre el trabajo etnológico que realizan con los mayas, especialmente de Quintana Roo, la investigadora comenta que desarrollan estudios del discurso ritual. Se trabaja el concepto de paralelismo, que es un procedimiento retórico muy conocido de los mayas. “El paralelismo parece invadir todos los discursos rituales, lo encuentra en diversos géneros y se ha trabajado en la epigrafía, la iconografía y la arquitectura; es un procedimiento de construcción de significado y a la vez un procedimiento de dinamismo de la tradición. Estamos también trabajando el tema de la variación – no se confunda con variante-. En el discurso y el estilo maya hay mucha repetición, pero nunca es exactamente idéntico, esas variaciones tienen distintos valores y en ocasiones operan cambios de categoría. Esto nos ayuda mucho para entender la construcción de las identidades y la identidad maya”.

“Le hemos dedicado tiempo e interés a lo sagrado: es un tema que impregna a toda la cultura maya, que tiene acepciones distintas y que hemos visto que es intangible, etérea, que en general no hay entidades sagradas de manera estable por definición, pero es una cualidad de la multifuncionalidad: en la arqueología eso se está aplicando eficazmente”.

Mientras escucho atentamente las últimas palabras de Vapnarsky, trato de tener una apretada síntesis de lo hecho por los franceses en América. Evidentemente, como lo muestran también los ahora 13 años de estudios de campo de Vapnarsky entre los Mayas de Quintana Roo, es un fuerte trabajo etnográfico que luego se filtra en finos conceptos analíticos. Desde aquellos mitos nambikuara que explicaban, a través de la antropofagia, el origen del ano en los seres humanos y que analizó Lévi-Strauss para posteriormente interesar y ser utilizado por el psicoanalista Jacques Lacan; hasta el estudio de las variaciones discursivas que el hmen maya practica en cada rezo “para luego encontrar los distintos valores preformativos que se ligan a la finalidad del ritual o simplemente cambiar el orden de las cosas para que otros shamanes no encuentren ese camino”, me permito dar valor y respetar el trabajo de estos científicos.
Al final de la plática sólo me resta observar el color café claro y las encrespadas pestañas de los ojos de la generosa investigadora. Son unos ojos por donde la investigación pasa, que representa la mirada distante de Francia en América y que inauguró un anciano que hoy tiene 99 años de edad.

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